Bioenergética, práctica y orígenes
- Paola Antonini López Terapeuta
- 4 ene
- 5 Min. de lectura
“El crecimiento es un proceso natural, que no puede forzarse.
Su ley es la de todos los seres vivos. El árbol, por ejemplo,
únicamente crece hacia arriba si sus raíces se hunden profundamente en la tierra.
Aprendemos a base de estudiar el pasado.
Una persona solo puede crecer, por tanto, fortaleciendo sus raíces en su pasado.
Y el pasado del individuo, es su cuerpo”
Alexander Lowen, 1975
Fotografía: @lalomaproductora

La Bioenergética es una práctica corporal terapéutica desarrollada por Alexander Lowen, basada en los trabajos de Wilhelm Reich, quien fue su maestro y psicoanalista entre los años 1940 y 1952. Las investigaciones y prácticas dan cuenta de la relación entre la estructura de carácter, la identidad de la persona y la actitud corporal. La estructura corporal estaría dada por las tensiones musculares crónicas del cuerpo. Muchas veces se las nombra como corazas o armaduras por el hecho de que tienen la función de proteger al individuo de las vivencias dolorosas o que son vividas como peligrosas e implican ese exceso de carga difícil de tramitar. “Lo defienden de los impulsos peligrosos de su propia personalidad, y también de los ataques de los demás” (Lowen, 1975).
La terapia bioenergética sostiene la convicción de que los estados mentales pueden modificarse desde el trabajo corporal, pero que no es suficiente solo con esto, sino que resulta fundamental la integración con el trabajo psíquico, el análisis. Es decir, lo vivencial y lo que se relata sobre ello, sobre nuestra propia experiencia presente y también como nos referimos a nuestra historia.

Para Reich la neurosis estaba constituida por la ausencia del sentimiento sexual y la actitud de que acompañaba. Es así como se focaliza en el factor económico de la neurosis, trabajando sobre la actitud que los pacientes tenían ante la sexualidad. El factor económico hace referencia a la “(...) acumulación de fuerzas que predisponen al individuo para el desarrollo de los síntomas y actitudes neuróticas.” (Lowen, 1975).
Cuando hablamos de energía sexual nos referimos a la energía en general. La investigación y tratamiento de los padecimientos de los individuos basados en esta mirada son, en gran parte, los que constituyen la práctica bioenergética. Nos referimos al equilibrio entre la carga y la descarga, a los síntomas que devienen de los desequilibrios entre estas dos actividades, las corazas musculares o tensiones crónicas que cumplen la función de mantener equilibrada esta economía reteniendo la energía que no es posible descargar.
“Un individuo neurótico conserva el equilibrio reteniendo su energía en las tensiones musculares y limitando su deseo sexual. El individuo sano no tiene limitación, y su energía no se encuentra aprisionada en su armadura muscular. Por lo tanto, toda su energía está a disposición del placer sexual o de otra expresión creadora. Su economía energética funciona a alto nivel. La economía de la energía a niveles bajos es característica de la mayoría de la gente, y de ahí su tendencia a la depresión, que es endémica en nuestra cultura” (Lowen, 1975).
A partir del año 1933 Reich comenzó a identificar su trabajo con la denominación de vegetoterapia. A través de ella, activaba los centros vegetativos, o sea, los ganglios del sistema nervioso autónomo. Utilizaba diversas técnicas orgánicas y de respiración. Estas movilizaban las emociones, las imágenes y sensaciones con el fin de hacerlas conscientes. Se comienza a incluir el cuerpo en el espacio terapéutico con el fin de despejar los afectos somáticamente y como consecuencia de la actitud del paciente cediendo su defensa psíquica.

Existe una tendencia en la mayoría de las personas, a retener la respiración y, particularmente, reprimir la exhalación con la intención no consciente de frenar el libre fluir de las emociones retenidas. Esto no es sin costo, ya que, si bien permite que baje la ansiedad, al mismo tiempo reducimos la vitalidad del cuerpo y su actividad metabólica. La neurosis está muy vinculada a la tensión en el abdomen en casi todas las personas.
Cuando se logra trabajar para que la respiración se haga más profunda y relajada, suelen emerger emociones primarias vinculadas al miedo, la ira, la tristeza, la vergüenza, la excitación sexual, etc. Al hacerles espacio, reconocerlas, nombrarlas e incluso comprender de qué vivencias provienen, pierden intensidad y deja de ser necesario que continúe operando la tensión muscular que las retenía. O al menos, cede en alguna proporción, lo que implica que utilizamos menos energía para defendernos de emociones arcaicas devenidas de situaciones que ya no son reales ni presentes. Esta energía es la que queda disponible para vivir más plenamente tanto en el plano sexual como en el creativo en general.
En algunos casos, puede ser necesario atravesar un proceso de incomodidad ya que pueden aparecer temblores, hormigueos, entumecimientos, calambres, mareos, náuseas, dolores producto de tensiones, etc. Todos síntomas que emergen como respuestas de las defensas cuyo sostenimiento implica tanto costo energético para la persona pero que poco a poco pueden ir cediendo. No lo hacen sin primero resistir a través de los síntomas. La respiración, el sonido y la expresión del rostro en alianza con el sentimiento de lo que se experimenta, constituyen la herramienta que permite disolver estas sensaciones de incomodidad. El entrenamiento reiterado y sostenido en el tiempo, implica una práctica en la que poco a poco, van cediendo capas de tensión al mismo tiempo que se analizan y elaboran las emociones liberadas, contribuyendo al aumento de vitalidad y la mejora en los diferentes aspectos de la vida.
Espontaneidad y expresión son dos aspectos que se procuran ampliar en el trabajo corporal bioenergético. Cuando la respiración es plena y profunda se produce un movimiento ondulatorio en el organismo que Reich llamaba “reflejo del orgasmo”. La pelvis se mueve de forma espontánea hacia adelante cuando exhalamos y hacia atrás cuando inhalamos. La cabeza también realiza estos movimientos espontáneos, pero de manera opuesta a los de la pelvis: hacia atrás cuando exhalamos y hacia adelante cuando inhalamos. Esto ocurre cuando el cuerpo está lo suficientemente libre de tensiones. Según Reich, la capacidad para liberar energía placentera en la sexualidad involucra esta ondulación que además nos habla de una persona sana emocionalmente, menos neurótica.
Generalmente, las personas que atraviesan procesos bioenergéticos suelen estar más en contacto con sus sentimientos, amplían la capacidad para expresarlos y también para auto sostenerse en la intensidad de la vida sin que el cuerpo se tense en exceso. Suelen quedar equipadas de mayores recursos para conseguir lo que desean y enfrentar las dificultades. Es común que se vean más frescas, vitales, con capacidad de disfrute y simpleza.
Paola Antonini
Bibliografía
-Lowen, Alexander (1975) Capítulo 1: “De Reich a la Bioenergética” en “La Bioenergética”
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